Ser mujer y diseñadora a tiempo completo es una tarea que consume muchas horas al dia.
Desde que me levanto las horas vuelan y hay que encajar todo lo que hay que hacer para poder hacerlo todo: arreglar el departamento, coordinar las citas, diseñar, cortar, pegar, verme en el espejo, cantar, bailar, hablar por teléfono, PENSAR en chicos, coordinar mas citas, seguir cortando, salir corriendo para el gimnasio, ir al taller, ALMORZAR con alguien, volar a comprar más telas, ir a las tiendas, tratar de cobraaaarrrrrr!!! Llamar a las modelos, esperar a las modelos, vestir a las modelos, fotografiar a las modelos, querer a las modelos, etc, etc.
La mayor recompensa es ver todos esos diseños terminados, empacados y listos para la venta como si fueran panecillos calientes. Me gusta ver cómo lo que imagino va tomando forma en una pieza que vestirá la belleza de una mujer y la hará sentirse bella y sexy, para ella y para quien ella elija.
Otra recompensa más grande aún es saber que cada piecita que sale a la venta ha llevado trabajo a muchas personas. Es una cadena muy larga. Por ejemplo, esta semana estoy diseñando y cortando una nueva colección que será hecha completamente en algodón orgánico en armonía con la naturaleza.
La cadena empieza en el vendedor de la semilla de algodón que luego es sembrada en una parcela de tierra que es alquilada por una empresa que da trabajo a varios campesinos y les paga su jornal a precio justo; una vez cosechado el producto es convertido en hilo por las manos santas de mujeres que han heredado su habilidad por generaciones; luego ese hilado primario pasa por un proceso industrial que lo refina y queda convertido en unos conos perfectos; luego el hilo es convertido en tela y finalmente teñido con tintes naturales. Todo este proceso es certificado por empresas internacionales que dan fe de que el producto ha sido obtenido cumpliendo todos los stándares internacionales para un producto orgánico y que además se ha cumplido con las reglas del comercio justo.
Una vez que tengo las telas en mis manos las corto en base a los diseños y estos cortes luego van al taller donde mis queridas costureras unen cada pieza del rompecabezas. Aquí también intervienen mis amigos microbuseros o taxistas que me llevan y me traen para chequear que el proceso vaya como yo quiero y todo esté perfecto.
El siguiente paso es el acabado final y los detalles que hacen diferente a cada diseño, el sello EK y después…..a las vendedoras, a las tiendas y finalmente….a tu piel¡¡ Me fascina comprobar que en todas estas etapas mi trabajo va dejando centavitos para todos y somos muchos. Este flujo interminable está lleno de creatividad, esfuerzo, mucho trabajo pero sobre todo mucho amor de todos por lo que hacen y por eso les digo GRACIAS!
Me falta tiempo para hacer más…¡
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